En el lapso de tiempo, hemos intentado encontrar pautas en nuestro objeto de estudio "El futuro en el cine". No obstante consideramos la necesidad de incluir como objetos de estudio la música (también forma parte del cine) y presentan estructuras parecidas en su composición y distribución.
De las míticas: Blade Runner, 2001 Odisea en el Espacio, Metrópolis, TRON, la eroticofestiva Barbarella -con la intención de obtener alguna perspectiva de tiempo-. Hemos circulado también por largometrajes de consumo masivo -con fin a considerar todas las perspectivas posibles-.
A diferencia de productos hollywoodienses degustados por la inmensa mayoría del público; las películas de culto suelen resultar hoy en día indigestas. Nos interesan las películas de culto, obvio. Sin embargo, no podemos negar el morbo natural que sentimos por aquellas películas dirigidas al gran público en general. Aptas para todo el consumo humano. Éstas son parapetadas por las productoras. Listas para llenar los minutos del gran público supino, compuesto por gran parte de la comunidad ecuménica. Ellas son también sin duda santo de nuestra devoción. Y deleitamos la deliciosa carnaza de: Regreso al Futuro, Las aventuras del SeaQuest, Pay & Check, Terminator y un largo etcétera bastante bien definido.
En resumen, buscamos vasos comunicantes de significado. Entre perspectivas mentales -utilizadas para controlar, modificar, crear y suprimir ciertas prácticas- y su reflejo en largometrajes y derivados, que son creación de individuos insertos en la sociedad y que necesitan de ésta para lograr llevar a cabo un proyecto de grabación. Lo cual permite analizar la película como si fuera la instantánea de una parte de la sociedad.
Las estructuras sociales son no más que la matriz de la combinación de estas prácticas. Aún más si consideramos las características de nuestro objeto de estudio-consumo: un producto de una parte de la población que el espectador en una parte de su consumo intenta desenmarañar un aluvión de significados.
Si hemos de extraer alguna conclusión, en el futuro siempre ocurre algo. Aquél autor futurista focaliza en su versión de futuro la fustración, inquietud, el anhelo del presente y en algunos casos la añoranza de un pasado mejor.
El futuro nunca es algo pasado, y salvo excepciones plantea revivir como neanderthales. En el futurismo fílmico siempre hay una cierta noción de progreso. Siempre hay algo del presente. Éste puede haber progresado (para bien o para mal) pero nunca involucionado del todo.
La estética futurista resulta obtusa. Nunca alcanza una armonía completa. Lo estridente en colores llamativos. Recargado y en cierto modo indigesto. Hemos intentado trasladar esta perspectiva a través de la estética y diseño del blog. Nos regocijamos en la fugacidad de las imagenes, en la rapidez de las conclusiones y en los textos de dos lineas. Nos produce un terrible gozo el bombardeo de información que cómo una lluvia de asteroides pretendemos lanzar.
En resumen, para éste sector siempre hay algo que degustar en las líneas de lo lejano. Algo en el futuro requiere de ellos su atención y de su interactuación para completarse. Sin la acción del ser humano de hoy en día, o la del personaje rara vez hay futuro. He aquí, un axioma apremiante y una conclusión fundamental: el futuro en el cine es inconcluso, involucra y entretiene.